sábado, 3 de noviembre de 2007

Nada más queda

Tengo que confesar que estaba realmente entusiasmada por la vuelta de Soda Stereo. Que compré las entradas cuatro meses antes y que cuando todo el mundo salió a decir: "ah, caretas, lo hacen por la plata!", yo dije: "no, no creo, o si, pero la van a hacer bien".

No soy lo que se dice una fanática de Soda Stereo, soy una chica, de 20 años, de clase media: creo que eso aclara algo las cosas, por lo que durante estos años caí bajo el hechizo del tándem mortal: canciones pegadizas+líder carismático.

Sin embargo, a medida que iba pasando el tiempo, cada vez tenía menos expectativas. Cuando llegué a River, creo que me quedaba una sola: escuchar algo diferente, alguna versión nueva y que por favor, cuando empezara el recital, Cerati no dijera: "Soda Stereo, Buenos Aires Argentina!" (por favor!)



Bueno, empezó (Cerati no dijo eso, pero debe haber dicho algo parecido, no me acuerdo), y las primeras canciones no sonaron mal (si bien muy parecidas a las versiones de siempre), pero lo que sí, sonaban viejas, demodé.

Tanta agua pasó debajo del puente durante estos diez años, que parecía increíble estar escuchando Telekinesis o Picnic en el 4to B, en un recital, en vivo, en 2007, las mismas versiones, el mismo sonido de, no diez, sino casi veinte años.

Igual lo peor estaba por venir. Todos aquellos que en El Ultimo Concierto, ibamos a quinto grado y nuestros viejos no nos dejaron ir (o lo que es peor, acompañar), debemos haber escuchado ese disco hasta el hartazgo. Con la luz apagada e imaginándonos que estabamos ese día de 1997 en el Monumental.

Ok, cuando empezaron a tocar esos temas, los que conocen todos, los hits, creo que fue evidente para cada una de las 60 mil personas que estaban ahí que, cuando empezaron los ensayos, los Soda desempolvaron los arreglos de hace 10 años, los tocaron una vez, y en el tiempo restante se fueron a una fiesta en el Faena, o algo así.

Me fui antes, tengo que decir. Aproveche y me tomé el 15 en Udaondo y Libertador, y me senté. De última, si me perdía algún tema, llegaba a casa y ponía el CD.

Creo que lo decisivo fueron las mismas palabras de Cerati. Antes de que empiece De Música Ligera, comentó, así, muy liviano, pero supongo que igual de irónico: "Todo un dejá-vu". Sí, Gustavo, lo mismo, otra vez. Una pena.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Si algún día llegan a tocar los Redondos, no va a haber lugar ni en la Luna . . .


Guido